Bengalas, armas, esvásticas en La Roca, bien contados son unos ultras que arman el pifostio, de quincena a quincena, jodiendo a los vecinos, estorbando, gritando y sus pipis callejeros, por eso de vivir en los aledaños del estadio de La Rosaleda.
Los fervientes aficionados a nuestro Club, primero en el tablero de la Justicia, y de tercera en las ligas nacionales, necesitan tomar ánimo, antes de entrar al estadio, enrocados en un fanfarrón club de fanes enloquecidos. Los vecinos agraviados con el tumulto, quieren que las autoridades pongan coto al vandaleo.
El portavoz del PSOE, Daniel Pérez, nos consta que sufrido malaguita y simpar malaguista, se ha visto insultado por el Frente Bokerón, al ser quien con mayor empeño ha denunciado la situación insoportable que viven los afincados en La Roca.
En la batalla de inseguridades para la armonía de la barriada: droga, alcohol, lanzamiento de artefactos explosivos y demás lindezas, Daniel ha pedido a Francisco de la Torre, en su condición de alcalde, se solidarice con los buenos y deje de ponerle velas a Dios y al diablo, contemporizando con los boquerones, con las que ya estuvo muy atento en su carta de agradecimiento por su labor en la pandemia, raro ingenio.
Por las ráfagas de noticias que me han llegado sobre las quedadas en La Roca, algunas nacionales, que de fútbol ni puñetas; he puesto memoria a la cantidad de colegios que construimos en mis tiempos de edil, el crecimiento de nuestra UMA, me he leído lo que da de sí ser la sexta ciudad de España entre las para los del lugar ciudades inteligentes, pero por más empeño la vereda no deja a los burros, ni en Constantinopla; menos, cuando los obligados, les sonríen los detalles a los bokerones y a toda la morralla que nos llena el copo.