Mi querido y añorado barrio de la Trinidad, lo que digo a fuer de perchelero, despertó la siesta el sábado por el ruido de las balas, alarma por todos los rincones de calle Churruca, una herida que aterrizó en calle Jaboneros, de los seis que fueron blancos de las balas, con el saldo de cuatro presuntos pistoleros detenidos y la sospechosa furgoneta blanca inmovilizada. Hasta ahora en el vuelo de los proyectiles se llevaba la palma, Palma y Palmilla y la jet exquisita con balas de oro en Puerto Banús. Nuestros cuasi remodelados lugares históricos de la Málaga más modesta de siempre, la del Guadalmedina “pa cá”, Trinidad y Perchel, a pesar de pobres guardaron su compostura, sus santos, sus fiestas del lugar, unos geranios de rebote, y desconchones de rozarse la dura historia. Mi primer trabajo tuvo lugar, entusiasmado, en su Cooperativa de viviendas, para conseguir que muchos de sus vecinos abandonaran el váter y el lebrillo colectivo; también me ha venido a la memoria que constituí con Pepa, Juan Carlos, Enrique, el Chato y Juanito Algüera aquella primera agrupación del PSOE de la Trinidad, devenida en la actual de Miraflores; mucha memoria tengo que echarle a tantas idas y venidas por sus callejuelas, hasta llegar al Mode (cine Moderno) para soplarme un Taras Bulba cortado o saltando para ver el Málaga de Américo; se me amontona la vida y aquellas alegrías en mi espejo retrovisor. Como uno busca un titular, a pesar de intitulado, hice un pachuli con la reposición “in aeternum” del western Le llamaban Trinidad encadenado a la segunda cadena; ni por las gracietas de Terence Hill y Bud Spencer, me gustaría que los desafíos y balaceras volvieran a los espacios de mi infancia y primera juventud. Al inicio de la campaña para las municipales pasadas, oídos cada día los ecos de los disparos costasoleños, sugerí la elección de un sheriff más que un alcalde.
Curro Flores