- Fallarle a los impuestos, se quejen a boca llena, es cosa venial de la derecha; amén del SPA, hincharobic y golf, el adelgazamiento más suculento y pretendido es el fiscal; por eso que el despilfarro en lo público es un lema sustancioso. Ser de izquierdas es venir al mundo con una cruz y gozar de la compañía de algunos cirineos para aligerar el calvario. Recientemente en que apelan a la igualdad, por los sofocantes reaccionarios; algo como la libertad para aguarle la fiesta nacional al cornúpeta, mientras se da el cerrojo al domador de circo ¡vete a ver! Desde hace unos días vivimos unas trechas de fiscales sin red, propiciada en alta MAR por el empleado Rodríguez de la community manager de Esperanza Aguirre, excelentísima Ayuso quién recibiría ese trato por el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, si representara a la bandada de la izquierda como Irene Montero. El sentido de clase agudiza el ingenio, cuando la necesidad se practica desde la infancia, salvo el lerdo y el ganapán, a todos nos crece un alikindoi para estar al tanto del que se lleva la bolsa, por su cara bonita. Desde el sumario de los ERES en Andalucía, con la jueza dando viajes con el maletín del wanted socialistas, tengo clavado que en la división de poderes, los que lucen la toga nos han dejado apelando con una casaca raída en tercera regional por más destino o pasaporte a la trena. La aparición de Miguel Ángel Rodríguez, salvando caprichos de su Jefa, por los delitos tributarios de su amado Alberto González Amador, es de fiel nota; pero siguiendo el hilo de la Historia, esta crónica está más manipulada que la alta de Olmo en el Barcelona y bastaría saber el costo de las triquiñuelas y llamaditas del tal Mar, para saber lo que la gran mentira oculta, amén de darle la razón a los que creen que se malgasta el dinero de los administrados por la cara de los suyos.
Curro Flores
