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Pateras

Curro Flores

Ocasos invisibles

Opinión

Curro Flores

Oía en el madrugón de penas el programa Punto de Fuga, era casual, pero los fines de semana se me trabucan las noticias y en la voz de voluntarios más que generosos y locutores weekend; escuché como vivían y más morían en países africanos en conflictos permanentes y miseria obligada. Pensaba insistir escribiendo con los aforos turísticos que campan en primicia, en medio de algún buen mascón marbellí-marroquí en el cuadrilátero olímpico de bronce y algún soplamocos de Carolina Marín con carilla de sor novicia por el oro; pero ese -punto de fuga- que no tiene medalla que colgarse, me llevó a un programa debate veraniego televisivo, en el que el “pepero” y yo de “psoero”, lanzábamos consignas a ritmo de casa de locos, para angustiar el cafelito del televidente de chicoria y mala leche. Casualmente el telemaltipo del que gozaba el presentador y árbitro, cambió la mala marcha de nuestros noqueos y nos caló en el alma, siempre ausente en el guión, de esas tremendas realidades.

Hace tres días llegó a nuestro dique de levante el crucero “AIDAcosma”, por chiripas con casi 7000 almas que se desparramaron por calle Larios y aledaños, hasta que su sirena sonorizo la vuelta. Sin Poseidón que los recojan, sin balsa de naufragio, ni un barco que los acogiera, saltó sobre la mesa, un cambio de tercio mortal, la Red nos había comunicado con sus bits de luto, que en lo que va de año se habían depositado en el rebalaje de nuestras costas turísticas, cinco mil cadáveres procedentes de pateras o cayucos que trataban de llegar sanos y salvo a España. Para ese mazazo no teníamos libreto y cada cual compuso el gesto fúnebre a la hispánica manera, pero como somos altos en olvido cuando saltan las alarmas; mi contrincante tuvo la buena idea, de obligar al Estado en sus múltiples estanos y a los medios de comunicación de tener en sus cabeceras las informaciones de los naufragios y sus víctimas, como las de tráfico o volumen de viajeros por tierra mar y aire de vacas….; para evitarnos la sorpresa de los ocasos invisibles.

Curro Flores