María Gámez

Curro Flores

A María Gámez

Opinión, Política

María Gámez

He sentido el entusiasmo de “la justa alegría”, porque Juan Carlos Martínez, esposo de mi amiga y admirada María Gámez, se le ha exonerado de los cargos que lo imputaban, sin tan siquiera ser llamado a declarar. María, rara avis, primera mujer directora de la Guardia Civil, afectada familiarmente en el affaire judicial, por razones de “honestidad y responsabilidad”, dimitió de su cargo, para así proteger a su familia y el buen nombre de la Benemérita. Corrían cataratas de tinta al tomar cuerpo la noticia, cuándo el lawfare se hizo terremoto, la instrumentación de la Justicia para las guerras políticas, hizo víctima por excelencia del banquillo de la duda a María. Por legítimo derecho y pecado de inocencia, la portavoz socialista en el Parlamento Andaluz, Ángeles Férriz, exige que se le pidan disculpas tras la exoneración de su marido.

Me ha alegrado como miembro del Partido leerlo; pero como es obvio, como paisano español he sentido todo el peso de la institucionalización de la falsa; porque ya hará años de lo de Demetrio Madrid y hasta de los casos que pretendieron los del PP, sin causa, atacar a Pedro Aparicio en los juzgados. Qué gran menú cuando rellenamos nuestro negocio con el maná de la falsedad, pero que poca renta da restablecer la verdad, así que mejor aclarar haciendo “mutis por el foro”, dice el cinismo.

Así que rebosante de alegría íntima, se me ocurre, para evitar fiascos, proponer a las auras misteriosas de la inteligencia artificial, pasar por los legajos judiciales, para poner orden en la inteligencia humana y su dosis de mala leche. Así el buen nombre de muchos como María y su familia, no estaría para la eternidad en la Nube de los chismosos, porque el mucho daño está hecho y se busca con lupa gente con vergüenza que sepan pedir perdón.

Curro Flores

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