El clan familiar del banquillo madridista, ha destacado sus triunfos por remontadas, fiados del buen aguante de su retaguardia, los colmillos de sus vanguardias y el fantasmón del espíritu de Bernabéu. El sábado se la vieron con un teutón, disfrazado de encargado de un modesto garaje, herr Flick, repleto de aprendices dispuestos a la brega, amén que cobren o no, la paga de maleficios de los propietarios del Barça. Los dueños de las retrasmisiones, pudieron hacer gala de los primeros 45 minutos del llamado clásico, si establecemos los órdenes a patadas, un pacapallá de enanitos millonarios, con goles del más ricachón a la pescaera, desvariados por las cámaras chivatas, Monsieur M´Bappe que todavía se le espera y ayer puso en almoneda el despilfarro del gran gestor Don Florentino.
La semana había sido peor que el recorrido de la India a Kafiristán cruzando los Himalayas, de los dos aventureros de la historia de Kipling, El Hombre que Pudo Reinar. Todos los plumillas futboleras preparaban a los previos, la entronización del ídolo galo a la madrileña, con la reata de su nuevo guardia de corps Vinicius, dispuesto a cargarse con el balón de oro de recompensa; pero de tanta caminata le salieron los callos de Cuatro Caminos en el segundo tiempo, dominados por el trote de los chavales de La Masía. A lo García Lorca, no pude ver la cogida y sus finales sobre el plasma, apagué la tele, movido por el resultado de este episodio nacional, después de dos goles a la polaca, se encaminaba a tragedia blanca. Visto el repaso de los bisoños catalanes; especulé tontadas de cháchara desanimada, recordando la Quinta del Buitre, para que el espíritu de Valdebebas se apodere del cántaro y la chequera del palco, para dejar de especular en horizontes lejanos a la pescaera.
Curro Flores