2023 fui citado tantas veces que incluso en dos me urgí cogiendo la cuadriga de la emergencia, por si en la UCI me llevaban al desguace. A veces muchas de esas citas médicas me llevaron a los consultorios de la Consejería de la Salud de la puerta giratoria, después de llamadas de incertidumbre a tedio irritado, a un teléfono acertijo llamado Salud Responde, cuando lo febril no tiene respuesta. Aunque ya admite mi cuerpo pocas sorpresas, me encanta acudir a verle la bata al medique, por si mejora su aspecto al telefónico; también me encantan las dos chácharas las del ida y vuelta gratis para el jubileo y si me toca esperar con una endemoniada con el brazo en cabestrillo y carmín de soledades; siempre trato de ir como un cromo, por si se pasan con los electros y la pringue de las ecos, no quedar hecho un adefesio después de la pringada; amén que desde la infancia me han educado a no ir al doctor embarrado en chancletas.
Ya nos habíamos enterado que medio millón de las citas médicas en Andalucía se pierden en el olvido, la desidia y el que no me salen de mis partes; pueden que en el empeño de conseguir fecha de consulta, algunos, hayan recibido al diligente Ocaso. Los datos del descalabro organizativo, coste económico que producen las citas al ausente, son para tomárselos tan en serio, como el desastre sistémico de los servicios de nuestra Sanidad Pública, en manos de los cucos privatizadores del sisa y otras cias, instalados por Juanma. En Francia, más napoleónicos en lo público, parecen que van a multar a los carotas con cinco eurapios, para que al menos le duela el bolsillo al desentendido; nuestro Ministerio de Sanidad y la Consejería de estropearla, quieren echar a la conciencia de cada cual las faltas, por si al final a todos nos duele el corazón.
Curro Flores
