Los españoles sin agua para el gazpacho, podíamos con un polo en la boca, polarizarnos a la moda política de 2023, en las que la gran filóloga del arbitraje, descubrió que a los de acá y a los otros nos ponía el desacuerdo, como anodinos y catódicos cargados de mala leche.
Para la Fundéu RAE estoy convencido que los gramáticos de su VAR, tendrán por común en 2024 el encanallamiento de la palabra amnistía que, perderá lo que denota el verbo, para elegir la peor de sus connotaciones traducida al catalán.
Hoy recuerdo la mocedad de mis gritos unidos al coro de amnistía y libertad, sospechoso a los grises; la primera amnistía de los generosos caminos de la libertad de nuestra hermosa Transición, impuesta su decrepitud por los de ahora.
Si el poeta cae en manos del escrutador de sus rimas y palabreríos, de nuestro Antonio Machado descubre que la palabra tarde se encumbra, para nunca llegar a destiempo en sus poemas: por la que se va andando caminos, tras los húmedos cristales, la que duerme mientras las campanas suenan. Todas esas tardes del alma, compartidas con el hombre leído, sin ocultarse en la fragilidad de las hojas del libro.
Mi político de voto preferente, Pedro Sánchez, ha cogido el Cono Sur por la punta del altavoz, para animar la camada desde las Américas y, decirles que hay Gobierno para rato; mientras se distrae en Córdoba, la Sultana, Feijóo con todos los emires de sus taifatos, para lanzar desde su jaima, una campaña de Cuaresma contra la corrupción política instalada en la amnistía de los sociatas.
En sus homilías de campaña anteriores, asoció libertad y justicia para reclamarlas contra la amnistía; ahora le toca a corrupción verbo que les cunde infecto, salvo en la reliquia eterna de la mano incorrupta de Santa Teresa.
Autor: Curro Flores