Curro Flores

El Rey que rabió

Opinión

Se estrenó en 1891, ya había dejado Alfonso XIII de berrear, a sus cinco añitos. Quizá los autores del texto Miguel Ramos y Vital Aza, le dieron al maestro Ruperto Chapí más gachas que letras, para su célebre Zarzuela. Pero de haber tenido poema y sátira, sobre el libro Emérito, Reconciliación, quizá su partitura andaría como plato de fuga en los mayores escenarios de la cortesanía mundial. Me imagino que nadie se tomará la temperatura de regalármelo, porque mis axilas no están para cargar como súbdito constitucional el embustiario. De todas las maneras los gacetilleros me lo destriparán, para darme materia y hacerme “el enterado” en el Hogar del Jubilado.

Imagino en la Zarzuela real, la Reconciliación habrá sentado a cuerno quemado. y que habrán prohibido en el índice de doña Leonor, las memorias del Yeyo; para que no se le ocurra deslizarse con la pasta de las Mil y Una Noches con los árabes felices.

De lo escrito por la excepcional “negra” madame Laurence, de apellido tan revolucionario, Debray, su padre ocupa las baldas del 68 en las telarañas de mi biblioteca de olvidos revolucionarios. Me he quedado con el disparate de que Juan Carlos I, apellida a nuestra Constitución a su nombre. Será para algunos historiadores monárquicos, que suelen mirar a las masas de humanes como borregos.

Ni las corinadas, la leona Rey y demás golpes de camastro, me han sustraído su valor el 23F; lo demás por su pataje difícil y cuerpo gentil, desde que lo saludé la primera vez en el Palacio Real, me ha parecido un Madelman con la cuerda mal dada.

Lo que para mí es imperdonable del Demérito, se excuse o nos llore, es la matanza de un elefante. Animal que adoro en mis soñarreras de grandeza, amén de que me paseé montado en Simbad en mi primera Cabalgata de Reyes. Es propio del ricacho andaluz, sin noblerío, querer tener una yeguada española con pedigrí en su fincón, o una dehesa de bravos de cartel, lo mío es querer dejarle destrozar las ramas de mi parcelita a un proboscidio que guarde en su gran memoria mis afectos y acariciar con amor su trompa a la tarzana manera.