Curro Flores

El emigrante

Opinión

Curro Flores

Las encuestas del CIS, para mi consuelo de creyente, tienen el mismo efecto que para un devoto la búsqueda en un palomar del Espíritu Santo. Pero Texanos había cargado la cartuchera después de las catalanas, para decirnos que en la revuelta a España, íbamos cuatro puntos y medio sobre el secundón en la General. La alegría en la caravana del pobre, dura un suspiro, porque a nuestro pueblo hospitalario y turístico, le ha nacido una preocupación por los emigrantes como de bárbara nota. Lo cierto es que la respuesta a la encuesta está a modo Vicente, porque después entre los grandes agobios de los españolitos, hay otras materias de necesidad que se llevan la palma y la inmigración no nos causa insomnios. Oía que Biden, descubridor de que América no es país para viejos, dijo que el potencial de los yanquis está en que es un país de emigrantes; leía a Kissinger en su Diplomacia, que el valor primordial del palurdo de Reagan, estuvo en conocer en profundidad las raíces del alma americana, podía ser la de los indios en Montana.

De familia emigradora a la europea, mil cartas rellené a mi abuela para cualquier strasse, por lo que mi sensibilidad es de afecto -eymigratorio políticamente incorregible; prueba de ellos es que tengo como amigos, hermanos y hasta compadre, a mis entrañables director de orquesta Octav Calleya y el compositor y músico Yuri Chuguyev, quién quiso ponerse mi apellido de castellana estirpe Lara, al adquirir nuestra nacionalidad. Venía evocando dos recientes viajes larguitos aéreos, donde casualmente tuve de acompañantes a dos extranjeros que volvían a tierras onubenses tras sus vacaciones; el último veinte años en Ayamonte, mujer e hijas mas de Huelva que un fandango de Alosno; llevaba camiones frigorífico por toda Europa, la mayor parte cargada de frutos rojos, su empresa se había multiplicado por veinte y me decía que por ser la labor tan dura, los españoles rechazaban el trabajo, siendo la plantilla de un 80 por ciento extranjera.

Mi otro acompañante, joven rumano, iba a padecer las penurias de vivir en un campo de reconcentración de la Onuba frutera, donde sus paisanos y marroquís doblaban el espinazo. La verdad es que ya no es un chiste de Lepe, que cuanto más frutos rojos enriquecen a los agricultores, más azul grisáceo se vuelven sus conciencias.

Curro Flores

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