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buque

Curro Flores

El arca del revés

Opinión

Curro Flores

A Yavhe le salió el Génesis de aquella manera, teniendo tan cerca el Olimpo, vivió todo el desencanto de sus soledades, más de creador la cosa le salió rana, primando las guerras y los abusicas. Ya de mayor, sin un Noé para un remedio, vio como las multitudes se multiplicaban al infinito, tal antaño, pero con fábricas y vehículos que le habían destrozado el ambiente de su Medio Oriente, hasta el casquete polar. Quiso llamar a los jefes de las Doce Tribus de Israel y menudo chasco con Netanyahu. Así que cogió el mapa de la sequía y se encontró con el cartel de Semana Santa de Sevilla, se hizo como paciente padre la vista gorda, porque estaba en las fases finales del Carnaval, y no quería que se le agriara el carácter como a los limoneros de la tractorada malagueña, con su Valle del Azahar oliendo a podrido.

Por sus escarceos divinos, llamó por el móvil a Afrodita, pero la -muy-, estaba bailando Zorra, y no tenía ni una gota de agua para llenarle el botijo. Motivado por su empeño, paseó por el dique para que le iluminara la Farola malagueña, mientras un crucero inmenso desparramaba turistas por la explanada; como estaba más agotado que el séptimo día, pegó una culetá en un norai, mientras el olor a sardinas se mezclaba con los vientos de tomar, mientras silbaba Sentado en el Muelle de la Bahía en flamenquito.

Un ¡Eureka! Redentor le vino al magín, al ver las angustias que pasaban en su yola unos guiris, porque se estaba inundando su casco y naufragaban rodeados de gaviotas y engrudo. Paró el descanso eterno, ni reparó en su reyerta con Alá, para llamar a todas las autorizadas del antiguo Al-Ándalus, empezando por Juanma I, sin olvidar Espadas, para el plácet; para encargarle de construir en los astilleros gaditanos, la mayor flota de buques cisternas que conociera el desfile del mar Rojo, para acarrear las aguas de allende los mares a las acequias polvorientas. Erase una vez…

Curro Flores