Si eres Rubiales en ejercicio de éxito, te puedes permitir una vivienda con portero automático y otro vestido de almirante a cobro revertido; haciendo kolderías, un pisito de verano en Benidorm , además del sospechoso habitual; si estás adosado a Ayuso, tu atiquito con vista panorámica y el porsche en el garaje: pero el común de los mortales que no es ministra, ni cardenal temporero, para gozar su rato con los gatos; tenemos que hipotecar la muerte para adquirir las cuatro paredes donde clavar el perchero. A veces los derechos elementales constitucionales, se pasan a fundamentales, por la angustiosa realidad de sus escases, y por más que los académico y paternales de la patria edifiquen el discurso de restarle importancia, si los enladrillados cuestan la vida conseguirlos no vale la literatura jurídica.
Al gremio de los políticos, al que pertenecí con entusiasmo y el de hacedores de viviendas por oficio cooperativo, en mi época les daría vergüenza verse concernidos y equiparados con los tomateros actuales del ¡tú más! Cuando la necesidad de tener un pisito para vivir tu privacidad personal y familiar, se ha convertido en territorio UCI, al menos de urgencia. Las páginas salmones, las de sucesos y las de búsqueda de princesas de Gales, han perdido primicia, ante el ejército de primos y primas que no pueden conseguir una vivienda, porque los precios están muy por encima del jornal, para el desaliento de los presuntos de anidar su futuro.
La elementalidad sería una fugaz situación de esas que dictan los mercados ineficientes o carotas; pero como España no hay más que una, para tantos desafueros de los españolitos; las administraciones desde las locales, las del medio y la monclovita, todas han pasado es casting de incompetentes en generar viviendas de protección oficial, pero todas tienen un papel en el reparto de inútiles para echarse las culpas. ¡Tú menos!
Curro Flores