La Península de las baratarias, siempre tienes coplillas para que sus ecos desafinen, porque si hay algo que encerraban los coros y danzas del franquismo, es que desde la jota a la muñeira, el aurresku danzante y el bailaor por bulerías, cada cual menea el cuerpo para la política de su casita. Pescamos un partido de fútbol internacional, en el primer periodo del gobierno municipal de Pedro Aparicio, cuando saltó el antiguo teléfono rojo; resulta que el concejal de Cultura, andalucista aborigen, quería negar que se interpretara la Marcha Real por la banda municipal al inicio del encuentro, destitución al canto; al poco atracó en el Puerto de clausura, la fragata argentina Libertad, genuina representante de la dictadura de Videla; le hicimos los corporativos el vacío municipal democrático, casi conflicto armado de protocolos, con páginas y editoriales de Sur, periódico del Movimiento, contra los barbados elegidos por los malagueños.
De esas pejigueras, neo constitucionales, llegamos al imperio autonómico que, cada chicuelo quiere tener embajada y fuero para repartirse el pastel de las afueras. El Fraga en meyba, yanqui en Palomares, pasó al del bombín por la embajada en Londres, un “winston” pero con retranca de celta largo; para en su finisterre político, hacerse el gallego e invitar a Fidel Castro a queimada y pulpo al feira, para concluir su desorientada vigía de occidente en la Guerra Fría. Tenemos un buen surtidito de arranques localistas, con insolidaridades y desafines con la “política exterior oficial” del gobierno; ahora encima somos UE; se arremolinan en sus guerras los ejércitos de ovejas a beber del chorrito del Mannenken Pis, para su goteo insulso. Vox nos trajo a Milei, para ofender a la familia de Pedro Sánchez y provocar un conflicto diplomático por echarle chimichurri a la paella; ahora la gentil Ayuso va a condecorar al presidente argentino, porque su deslealtad con España suena a chotis, en fin, espero que el máximo indignatario argentino le ponga pasto a la “churra”, al carnero “latxo” y a las tropas “merinas” en la Pampa.
Curro Flores
