Como nuestra Supercopa futbolera, parece que Piqué y Rubiales están en el ajo comisionista, en las conversaciones arabescas de “eso” para Ucrania, entre los enviados a la Península desértica por Trump y Putin: míster Marco Rubio y el gran embustero camarada Lavrov en las finales.
El desierto de las tribus de millones y los emiratos de dictaduras de jorobas, son el lugar ideal para tragarse los huesos de los dátiles negociando a tanto la hurí. Nuestra Von der ha pedido un puff en la jaima mandataria, pero los traviesos yanquis le ha dicho que no hay sitio para 33, siguiendo la doctrina de los tiempos de Kissinger, cuando Europa no tenía borreles repartiendo mandobles diplomáticos y ahora la estonia Kaja Kallas; jugar a divide y vencerás con la UE, puede caer como Munuera en la UEFA para los resultados de la charlita en la arena caliente.
Según las agendas de Manglano, el rey Saud, amén de prestarle a Juan Carlos I, 50 millones de calderilla real a coste cero, alivió nuestra Transición con 32 kilos a fondos repartidos; explíquense el porqué todo transcurre en el Golfo y el Emérito no fondea el retiro en un lago suizo.
La parada de los multimillonarios en la Casa Blanca, ha elevado las tropas de lunáticos al sol despedidos a lo Donald, menos aliento y más banco de alimentos es el lema, pero me desorienta el Oriente Medio, porque veo en plastilina la jugada yanqui para el culetazo de los palestinos; de ellos salvo el pañuelo de Arafat y la Historia Sagrada poco sabemos; pero en mi infancia hasta cuando no estaba reconocido el Estado de Israel, envidiamos su mapa por la tarea del buen Carrasco Prados, con dibujo paternal de Biblia de lujo. Imagino que el plan del Pacificador yanqui tuvo el mismo Atlas y no encuentre una franja donde Herodoto y los invasores romanos encontraron su pueblo con gobierno incluido. Plastilina al parche palestino.
Curro Flores