Florentino Pérez

Curro Flores

Naturalidad artificial

Opinión

Tengo un amigo de los de Catón Moderno que me acompaña a veces a algún plasma madridista; amén del consabido discurso arbitral y las cuentas del Barcelona, sus citas en el inodoro con Dios, la Virgen y las madres pelanduscas de los del pito y de la barra del VAR, se citan entre sus dentadas postizas. Al final, ese eco de graderío inhóspito frente a la tele, toma compostura docta y pide perdón por su memorial de barbaridades, con toda la naturalidad artificial que su oficio de tendero le ha provisto.

Seguir la temporada de la florentinada, es de un tedio de rebote, tan sorpresiva como acertar la quiniela y con más descalabrados que en el Rif. Ante un fallo arbitral en los madriles, me reía del efecto de la epístola blanca, para la Federación de chutes contra el estamento arbitral; así que puse en solfa el poder del señor Florentino Pérez ante el estamento futbolístico, impropio del discípulo de Bernabéu, capaz de con su humo del puro apañar la obediencia de todo el tropaje balonpédico; inmediatamente un asistente de agudo oído, clamó que esta España la gobiernan el que se escapó en el maletero a Waterloo y con Franco el Madrid tenía un cheque de blancos; mal efecto el conseguido con mi broma, resucitando el paredón y las cadenas.

Meter el fútbol en política es lo propio, ya que se trata de no razonar y de dejar la Justicia campando por un silbato y con la lentitud abusiva de la escala de instancias. España cabalga a su paso por el mundo de la IA, sabido es que perdimos las Filipinas hasta con el último atrincherado, pero quizá nuestro futuro debiera alejar de la suerte y los atropellos, la ecuanimidad de resultados en la batalla de los colores, dejando a los programas de la inteligencia artificial, nuestra exagerada naturalidad engañosa en el fútbol y en la gobernabilidad.