Salvo los que presuman un cacho más grande de la tarta con sus colores, el resto más que una madre encuestadora, la consideran una vieja arpía, peor que la madrastra de la pobre Cenicienta. Es época de premoniciones el inicio de una campaña electoral y desconfianza en los augures: por eso, la moda da en algunos medios de comunicación, por ofrecernos la repartida entre todos los vaticinios, añadiendo el sesgo ideológico de la editorial con Eureka.
La madrugada informativa daba para un empate generoso, con Teresa manteniendo la marca PSOE, pero perdiendo con Dolores a los puntos, que para las derechas cosen una gran chifarrá del sanchismo. Nuestros amigos progubernamentales de las unidades de la izquierda, no dan ni para llenar un cartón de huevos; mientras anda en ascenso el enemigo de Europa, los herederos de las ideas del Eje, del escondite nazi en las Américas y de los teutones de la Costa del Sol en francachelas cuché, franquistas en Voxesencia.
El ten con ten de la política europea, sufre de crecimiento por el Este, de nacionalismos crecientes y alimenta dudas de buena gobernabilidad, pero el simple hecho de la sangre derramada en nuestro territorio, la vía para saturar tanta amargura, sea el acuerdo de gobierno de las izquierdas y derechas más centradas del continente. Cuando la interpretación del Himno de Europa en la celebración del 9 de mayo, se confundía con una copla de Miguel Ríos, por algún edil democrático de 1979; Pedro Aparicio, sin par europeísta, inició el ritual, encadenándome a la libertad europea. Para los leguleyos, tenemos montones de leyes y reglamentos, que han cruzado el Pirineo para mejorar nuestra cosecha legal; me pude enterar que existe una página de la red, en la que se puede conocer pormenorizadamente las inversiones europeas que han mejorado nuestro territorio local; nos jugamos los fondos que nuestro presidente de gobierno defendió con ahínco tras la pandemia, frente a tirios y troyanos, montados en el borrico de Troya de los populares. ¡Viva la madre Europa!
Curro Flores
